sábado, 23 de noviembre de 2013

'Solamente' notable

Parece que fue ayer cuando Mark Webber era una joven promesa. Llamó la atención tanto en la extinta F3000, cuando aquello tenía mucho más de academia que de espectáculo, como en su debut en Fórmula 1 por su rápida capacidad de adaptación. En su año de 'sophomore', ya como miembro de Jaguar, Webber confirmó las sospechas colocándose entre los diez mejores del campeonato con un monoplaza que no daba para muchas alegrías. Su aterrizaje en Williams para 2005 iba a ser su reválida.
 
A pesar de que las previsiones no eran malas: Williams debió haber ganado el campeonato de 2003 y el año siguiente se había cerrado con una victoria de Montoya en Interlagos, ese fue un paso en falso para Mark. En lo colectivo, el equipo comenzaba a estar en caída libre y por si fuera poco, el discreto Nick Heidfeld le comenzó a poner en apuros. Tras un 2006 sin podios y con bastante tensión interna con un joven y alemán al otro lado del box (un auténtico prólogo de lo que vendría después), Webber volvía a Milton Keynes.

Y a pesar de que el poeta no recomiende volver al lugar donde fuiste feliz, Webber logró entrar en la élite con Red Bull. En un ascenso lento pero seguro, el equipo cimentó las bases de lo que es ahora y es evidente que el rol de Mark ejerció en esa mejora fue importante. Después de todo y pese a sus roces con Vettel, el equipo le siguió renovando hasta que él quiso. En Red Bull llegaron los podios en serie, las victorias y las opciones por el campeonato, especialmente en 2010.

Pero, como en Williams, Mark demostró ser solamente notable yéndose contra el muro en la antepenúltima carrera cuando lideraba el campeonato en Corea y dilapidando sus opciones en la carrera final tocándose de nuevo con el muro en la tragicomedia final de Abu Dabi. Después de ahí, la mejora de Vettel ha puesto en evidencia al australiano, que nunca volvió a recuperar su nivel: en las seis primeras carreras de 2011, el campeón conseguía cinco victorias y un segundo puesto mientras Mark apenas subía dos veces a los puestos secundarios del cajón.

Mark acierta marchándose


Esa tónica se ha repetido en estos tres últimos años, tanto cuando el monoplaza sufría como cuando era imbatible, era Vettel el que sacaba el máximo. Olviden las conspiraciones, Mark es consciente de que eso no tendría por qué cambiar en 2014 y también de que nadie en la parrilla sería capaz de ofrecerle un asiento mejor así que acierta marchándose al WEC. Le irá bien y por suerte para él, muchos habrán olvidado esa capacidad de adaptación innata que demostró hace más de una década. Cuatro títulos de constructores, nueve victorias y 41 podios... sí, tenías razón: "not bad for a number two driver".

lunes, 18 de noviembre de 2013

Quien a dólar mata...

Dios me libre de querer imponer la ley del Talión en la Fórmula 1, pero si hay un lugar en el que se respira el 'quid pro quo' en materia de patrocinios o el código de Hammurabi en los tejemanejes que tienen los equipos entre sí es en el club de las pirañas. De ello puede dar un máster Sergio Pérez. El mexicano es un buen piloto, eso es innegable, pero su fichaje por McLaren no vino por su talento ni por la capacidad que mostró en Sauber: estuvo basado en meros criterios comerciales. Una zanahoria para poder captar parte del patrocinio que la familia Slim reparte en el mundo del motor.
 
Después de todo, su compañero Kobayashi también había subido al podio en 2012 y los fríos datos dicen el japonés acumuló más puntos que Sergio en las dos temporadas que estuvieron juntos. ¿De verdad Sergio era la perla que todos querían y Kamui un rechazado más? Con la sensación de que aquel Sauber C31, como el Williams FW34, era un monoplaza con el que tipos como Fernando Alonso o Sebastian Vettel habrían ganado varias carreras, las dudas sobre si Pérez iría bien en McLaren estaban justificadas. Un mal coche y una peor evolución durante la primera fase del año hizo el resto.

No creo que Sergio haya hecho una temporada tan mala como para ser despedido pero tampoco ha despuntado como piloto: actuaciones como las de Austin con continuidad sí hubieran sido una buena señal por su parte. Pero, igual que Checo llegó a McLaren por criterios comerciales, son esos mismos criterios los que le muestran la puerta de salida. McLaren no ha sabido convencer a los Slim de la viabilidad de meter carros y carros de billetes en su escudería (¿se pensaban que el hombre más rico del mundo iba a ser fácil de convencer?) y el equipo se ha quedado sin patrocinador principal para 2014 por lo que deciden subir a Kevin Magnussen. Si olvidamos las banderas, los nombres y los condicionantes, hay que aplaudir esta arriesgada apuesta por el talento puro.

Pastor Maldonado y Williams


Muy distinta es la película en el equipo Williams que ya anticipamos hace unas semanas y donde Pastor Maldonado ha querido pasar de actor secundario a protagonista en las últimas horas. El venezolano ha sacado los trapos sucios a relucir en las últimas horas parece que en respuesta al anuncio de la escudería o las noticias sobre la opinión que los técnicos de la escudería tienen del escaso aporte técnico de Pastor, algo que públicamente el equipo nunca ha hecho saber durante los últimos años. Quizá porque de ello dependía la mitad del presupuesto de la escudería. Otra cosa era el 'off the record' que, tal vez, conozcamos en el futuro.


Deportivamente y alejándonos de sus escaramuzas con otros pilotos, Maldonado tiene un problema en Fórmula 1: que no es GP2 ni Fórmula Renault 3.5. Me explico: en ambas categorías, los monoplazas son estables durante los años. A fuerza de prueba y error, un piloto y un equipo pueden progresar. Los reglajes base son precisos porque se afinan hasta el milímetro y no hay que adaptarse a tal o cual cualidad de los monoplazas. La vida es muchísimo más fácil y al igual que pilotos sobresalientes pueden ganar al primer intento (léase Hülkenberg o Hamilton) si dan con un buen equipo, otros notables pueden acumular tantos kilómetros de experiencia que ganan por aplastamiento como hicieron Valsecchi o el propio Maldonado tras pasar años en la misma categoría.

Curiosamente así es cómo Pastor Maldonado consiguió su mayor éxito (y el de Williams en muchos años) en Fórmula 1: ganar el Gran Premio de España 2012. En un circuito donde cada año se rueda más diez días, donde se compite en cada una de las fórmulas inferiores y donde tanto equipos como pilotos conocen cada metro de la pista o cómo afecta cada subida o bajada de la temperatura al rendimiento de los coches. Que en un lugar donde la mayor variable durante los últimos años haya sido el viento ganara el rapidísimo Pastor Maldonado con el sobresaliente FW34 no fue tan sorpresa como nos pareció a muchos. Que sus buenos resultados se queden ahí, tampoco...

Porque el aplastamiento no funciona cuando te toca lidiar con un coche problemático, el thriller que es la carrera de cualquier piloto se convierte en un drama. Más si, como le ha pasado a Williams con el FW35, tu equipo técnico pierde efectivos y al otro lado del box tienes a un joven debutante. No hay respuestas a los problemas y el progreso que puedes realizar durante el año es escaso. Las preguntas cambian cada día y te atropellan sin remisión. McLaren también es otro ejemplo de ello. Esta situación es frustrante por ambas partes y permite dar a entender cómo se siente Pastor Maldonado. Eso no justifica que no acepte su parte de culpa, ya sólo como parte del grupo, por solidaridad con sus compañeros.


Porque pensar que un equipo falto de resultados puede manipular los reglajes de su monoplaza, porque pensar que un coche que no ha rendido durante meses no rinde porque el equipo no quiere que lo haga, porque decir que "a ver si me ponen una buena estrategia" demuestra que no eres capaz de aportar nada en ese aspecto y porque ser incapaz de aceptar y entender cómo un debutante es capaz de pasarte por encima como ha hecho Bottas este fin de semana demuestra que, tal vez, como dijo hace unos días José María Cruz, hay pilotos que son tan pobres que solo tienen su dinero... suerte en Lotus, Pastor. Lástima que la autocrítica no esté en el mercado.