Los más listos de la clase

Cuando las diferencias entre los monoplazas son tan insignificantes como para permitir a los pilotos marcar diferencias en un circuito poco propicio para los adelantamientos como Montmeló, la única forma de desnivelar la balanza es la táctica de carrera. Ese arte que solo dominan unos pocos elegidos, una capacidad desconocida para aquellos que miran la F1 de refilón, pero apasionante por los auténticos amantes de la competición.

En el aspecto táctico la de ayer fue una carrera apasionante. La espectacular arrancada de Massa (y van unas cuantas) dejó via libre a los imparables Brawn GP, pero cortó las alas a los rápidos Red Bull que en la última fase de la carrera, con la pista despejada, mostraron que podían haber estado en lucha por la lucha por la victoria. Sorprende -positivamente- el cambio de estrategia de Webber para hacerse con el podio. Hasta ahora, Red Bull siempre había calcado las estrategias en sus dos coches. Chapó para el australiano que no está dispuesto a darse por vencido por Sebastian Vettel, que pagó cara su pésima salida.

El perdedor de la batalla táctica fue Rubens Barrichello, el día que Brawn ha vuelto a mostrar como se puede alternar las posiciones de tus dos pilotos sutilmente. Que se puedan permitir este tipo de juegos es un buen ejemplo de los sobrados que marchan, aunque hoy les ha podido costar caro porque Webber, el más listo del día, ha estado a punto de pelearle el segundo puesto a Rubens. Sin embargo, nos vamos con la sensación con la que comenzó el año: Brawn GP ha llegado para quedarse. La tabla del campeonato del mundo habla sola.

'¿Y ahora qué?' se preguntará el brasileño. Por mucho que se queje ante la prensa, Rubens seguirá ejerciendo como escudero de Jenson mientras éste, cada día más, se encamina a ser el próximo campeón del mundo. Habrá días en los que Barrichello estará -como hoy- en disposición de batir a Jenson. Si en ocasiones lo hacía con Schumi, no hay razón para pensar que no lo hiciera con Jenson. Sin embargo, eso no será suficiente. ¿Acaso lo dudaban?