martes, 25 de febrero de 2014

Subir el nivel

Desde 2009, la comodidad (esa palabra casi enemiga de la esencia de la Fórmula 1) se había apoderado de pilotos e ingenieros: el reglamento técnico permanecía estable, los motores estaban en una nevera y tan sólo los neumáticos y el aprovechamiento de los escapes habían dado quebraderos de cabeza a los ingenieros. Inventos como el F-Duct, que en otras épocas habrían sido detalles significativos pero incapaces de decidir campeonatos, se convirtieron en obsesión de equipos y medios.
 
Pero la Fórmula 1 de 2014 ha llegado para sacudir el 'status' establecido: como el agua sobre el aceite, los equipos adinerados y con mejores técnicos tenderán a prevalecer sobre el resto con el paso de los Grandes Premios pero la incógnita y las sorpresas nos harán disfrutar de la temporada como pocas veces. Como bien saben, 2014 pone énfasis en puntos que pocas veces han sido foco principal de preocupación: el consumo de combustible, la propulsión eléctrica y la acumulación real de energía se unen a la fiabilidad, que pasa de ser prácticamente plena en los últimos años a convertirse en obsesión de todos.

Dudo que Australia sea un desastre que se saldré con tres cuartos de la parrilla fuera de carrera. Conscientes del doble filo del descenso de fiabilidad, no serán pocos los equipos que sacrifiquen rendimiento por fiabilidad en los primeros compases del año: con diez coches puntuando, heredar un buen puñado de resultados puede ser más efectivo que intentar una inconsciente lucha por lograr un resultado sonado y no ver la meta en el resto de carreras. Personalmente, apostaría más por pilotos puntuando a varias vueltas de la cabeza que por un panorama de muchos abandonos.

La reválida de Adrian Newey


Sin ir más lejos, ese enfoque ya está siendo aplicado por Renault en pretemporada. El motorista acudió a Baréin con una configuración alternativa en sus motores para asegurarse un kilometraje mínimo antes de pasar al 'setup' que tenían previsto usar en Jerez. Eso explica el buen rodaje de los equipos en algunos días (Vettel con 59 giros en el segundo día o Ericsson asegurandose la superlicencia con 98 en el tercero) y los problemas en otros: en el cuarto día, ya con el 'setup' de Jerez, sólo Lotus pudo subir por encima de las veinte vueltas portando su motor.

Esa elección entre la fiabilidad y el rendimiento será clave para las primeras carreras del año. A estas alturas, lo único que parece claro es que los equipos Mercedes están probando en el segundo nivel ("en la última semana buscaremos el rendimiento" comentó Pat Symonds el pasado sábado), Ferrari muestra visos de asaltarlo en la última semana de Baréin y los equipos Renault apenas sueñan con tener la alternativa cuando lleguemos a Melbourne. Con lo visto en estos ocho días de tests, para Renault sería un éxito poder ofrecer a sus clientes algo de rendimiento además de la fiabilidad.


Evidentemente, esos plazos pueden ser válidos para el motorista pero no para Red Bull, quienes tampoco pueden tomar el camino de obviar sus errores. Más si Lotus termina avanzando con mayor celeridad tras haber comenzado más tarde. A diferencia de los últimos años, 2014 ya no sólo evaluará el talento de Adrian Newey y compañía ni su probada capacidad de conseguir un monoplaza rapidísimo. Ha llegado la hora de probar al Newey gestor: su capacidad de reestructurar su equipo técnico ante la pérdida de personal, la tensa relación con un motorista que no se debe únicamente a ellos y su inteligencia a la hora de enfocar una temporada que comenzará de forma drámatica vista la situación en este momento. Un reto mayúsculo y a un nivel distinto a dónde Newey se siente cómodo.

viernes, 3 de enero de 2014

Una vuelta más, Michael

No puedo ocultarlo: no eres santo de mi devoción. En mi infancia, tú eras el Scar de mi Rey León o el Sid de mis Woody y Buzz. Recuerdo tu afortunado despegue en Adelaida o tu fea jugarreta en Dry Sack, me hiciste llorar más de una vez. Visto con la distancia que dan los años, no podía haber un villano mejor para mis ídolos: tenías una ética de trabajo inigualable, una preparación física inédita para la época, la capacidad de sacar lo mejor de los que te rodeaban y con el casco bajado, desplegabas la constancia y velocidad que ningún otro podía poner en conjunto. Como decía el tio Frank, sin pelos en la lengua, eras un puñetero terrorista.
 
Los años me han hecho valorarte más allá de ese rol de villano: verte volver a la pista cual Michael Jordan me llegó al corazón. No habrá mejor muestra de amor a la competición que ese. Daba igual lo que la gente pensara, si no ibas a ser ni la sombra de lo que fuiste, ni siquiera era importante la imagen que los que no habían nacido cuando tú ya reinabas se quedaran de la leyenda. Una vuelta en Mónaco o en Spa en uno de los coches más rápidos del planeta compensaba cualquier otra cosa. Cuando las críticas arreciaban, no me atrevía a hacer otra cosa que disculparte. Tu sonrisa pese a un insulso séptimo o octavo puesto te delataba. Que levante la mano quien no hubiera hecho lo mismo que tú.

Ahora, a los 45 años, tienes tu carrera más difícil. Más complicada que superar cajas de cambios destrozadas o diluvios en Montmeló, más que aquellos relevos al 110% en Hungría e incluso más que la no-pole del pasado Gran Premio de Mónaco. Porque, aunque a veces nos hayas hecho dudar de si detrás de ese piloto hiperprofesional había algo más, tus días no merecen acabar así. Porque el pequeño Mick no merece tener ese último recuerdo de su padre, porque tienes que seguir haciendo disfrutar a tus millones de seguidores, porque nadie sabe más que tú que la vida es una lucha constante, sigue pisando el acelerador, Michael. Regálanos una vuelta más.