lunes, 18 de noviembre de 2013

Quien a dólar mata...

Dios me libre de querer imponer la ley del Talión en la Fórmula 1, pero si hay un lugar en el que se respira el 'quid pro quo' en materia de patrocinios o el código de Hammurabi en los tejemanejes que tienen los equipos entre sí es en el club de las pirañas. De ello puede dar un máster Sergio Pérez. El mexicano es un buen piloto, eso es innegable, pero su fichaje por McLaren no vino por su talento ni por la capacidad que mostró en Sauber: estuvo basado en meros criterios comerciales. Una zanahoria para poder captar parte del patrocinio que la familia Slim reparte en el mundo del motor.
 
Después de todo, su compañero Kobayashi también había subido al podio en 2012 y los fríos datos dicen el japonés acumuló más puntos que Sergio en las dos temporadas que estuvieron juntos. ¿De verdad Sergio era la perla que todos querían y Kamui un rechazado más? Con la sensación de que aquel Sauber C31, como el Williams FW34, era un monoplaza con el que tipos como Fernando Alonso o Sebastian Vettel habrían ganado varias carreras, las dudas sobre si Pérez iría bien en McLaren estaban justificadas. Un mal coche y una peor evolución durante la primera fase del año hizo el resto.

No creo que Sergio haya hecho una temporada tan mala como para ser despedido pero tampoco ha despuntado como piloto: actuaciones como las de Austin con continuidad sí hubieran sido una buena señal por su parte. Pero, igual que Checo llegó a McLaren por criterios comerciales, son esos mismos criterios los que le muestran la puerta de salida. McLaren no ha sabido convencer a los Slim de la viabilidad de meter carros y carros de billetes en su escudería (¿se pensaban que el hombre más rico del mundo iba a ser fácil de convencer?) y el equipo se ha quedado sin patrocinador principal para 2014 por lo que deciden subir a Kevin Magnussen. Si olvidamos las banderas, los nombres y los condicionantes, hay que aplaudir esta arriesgada apuesta por el talento puro.

Pastor Maldonado y Williams


Muy distinta es la película en el equipo Williams que ya anticipamos hace unas semanas y donde Pastor Maldonado ha querido pasar de actor secundario a protagonista en las últimas horas. El venezolano ha sacado los trapos sucios a relucir en las últimas horas parece que en respuesta al anuncio de la escudería o las noticias sobre la opinión que los técnicos de la escudería tienen del escaso aporte técnico de Pastor, algo que públicamente el equipo nunca ha hecho saber durante los últimos años. Quizá porque de ello dependía la mitad del presupuesto de la escudería. Otra cosa era el 'off the record' que, tal vez, conozcamos en el futuro.


Deportivamente y alejándonos de sus escaramuzas con otros pilotos, Maldonado tiene un problema en Fórmula 1: que no es GP2 ni Fórmula Renault 3.5. Me explico: en ambas categorías, los monoplazas son estables durante los años. A fuerza de prueba y error, un piloto y un equipo pueden progresar. Los reglajes base son precisos porque se afinan hasta el milímetro y no hay que adaptarse a tal o cual cualidad de los monoplazas. La vida es muchísimo más fácil y al igual que pilotos sobresalientes pueden ganar al primer intento (léase Hülkenberg o Hamilton) si dan con un buen equipo, otros notables pueden acumular tantos kilómetros de experiencia que ganan por aplastamiento como hicieron Valsecchi o el propio Maldonado tras pasar años en la misma categoría.

Curiosamente así es cómo Pastor Maldonado consiguió su mayor éxito (y el de Williams en muchos años) en Fórmula 1: ganar el Gran Premio de España 2012. En un circuito donde cada año se rueda más diez días, donde se compite en cada una de las fórmulas inferiores y donde tanto equipos como pilotos conocen cada metro de la pista o cómo afecta cada subida o bajada de la temperatura al rendimiento de los coches. Que en un lugar donde la mayor variable durante los últimos años haya sido el viento ganara el rapidísimo Pastor Maldonado con el sobresaliente FW34 no fue tan sorpresa como nos pareció a muchos. Que sus buenos resultados se queden ahí, tampoco...

Porque el aplastamiento no funciona cuando te toca lidiar con un coche problemático, el thriller que es la carrera de cualquier piloto se convierte en un drama. Más si, como le ha pasado a Williams con el FW35, tu equipo técnico pierde efectivos y al otro lado del box tienes a un joven debutante. No hay respuestas a los problemas y el progreso que puedes realizar durante el año es escaso. Las preguntas cambian cada día y te atropellan sin remisión. McLaren también es otro ejemplo de ello. Esta situación es frustrante por ambas partes y permite dar a entender cómo se siente Pastor Maldonado. Eso no justifica que no acepte su parte de culpa, ya sólo como parte del grupo, por solidaridad con sus compañeros.


Porque pensar que un equipo falto de resultados puede manipular los reglajes de su monoplaza, porque pensar que un coche que no ha rendido durante meses no rinde porque el equipo no quiere que lo haga, porque decir que "a ver si me ponen una buena estrategia" demuestra que no eres capaz de aportar nada en ese aspecto y porque ser incapaz de aceptar y entender cómo un debutante es capaz de pasarte por encima como ha hecho Bottas este fin de semana demuestra que, tal vez, como dijo hace unos días José María Cruz, hay pilotos que son tan pobres que solo tienen su dinero... suerte en Lotus, Pastor. Lástima que la autocrítica no esté en el mercado.

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