lunes, 28 de octubre de 2013

Estimado Frank

Estimado Frank,

Entonces, ¿el elegido es Felipe Massa? Menuda sorpresa. Parece que habrá que instaurar la caipirinha como la bebida oficial en los pubs de Grove, visto lo visto. Donde antes se bebía la buena cerveza de los Mansell y compañía, donde estábamos acostumbrados a regar el bistec de canguro con buen champagne francés ahora toca paladear lo que dicta el mercado: Pizzonias, Barrichellos, Brunos y Massas... todo sea por cumplir el cupo. ¿En qué momento nos convertimos en uno más, querido Frank?
 
Sí, hubo otro momento en el que todavía éramos uno más. Un independiente más, unos ojos brillantes que soñaban con la gloria, un grupo plagado de ilusión y saber hacer. Alan abrió la lata y demostró que quizá el piloto era algo más que un simple pasajero, Keke y Nelson siguieron la senda, Alain volvió para demostrarnos que la ética y la profesionalidad nos haría seguir en lo más alto y con Nigel, Damon y Jacques nos sentimos los reyes del mundo. El éxito llegó cuando supiste compaginar unos ideales ferreos con una precisa influencia exterior: en ese momento fuimos únicos.

Después de no querer ir al altar con BMW, hemos pasado por los peores momentos de nuestras vidas para terminar cayendo en las manos de otros alemanes. Hemos vendido el alma por un puñado de euros austriacos de un señor apellidado Wolff. Sólo le sobra una 'f' en comparación con el tipo de hace cuarenta años. Dirás que no quedaba otra. Y probablemente, como tantas veces, tengas razón. El romanticismo no paga facturas, Frank, pero... ¿merece la pena perder la identidad para seguir colgados del último vagón del tren? Es una dura pregunta pero bien merece una reflexión viendo el papelón de tu propia hija en las decisiones que toma "la cúpula". Podríamos ser lentos, podríamos estar al borde de la bancarrota, pero éramos nosotros mismos.

Ahora somos un Force India más: un equipo vendido a inversores que pone sus pilotos al gusto de quien mueve los hilos tras las sombras. El año que viene, parece que tendremos un piloto por intereses meramente comerciales (¿te juegas una cena a que Felipe en un par de años corre en el DTM en el equipo del tal Wolff?) y otro cuyo representante es el propio Wolff... ¡quien incluso ha dado un puesto su mujer en la escudería! Apuesto a que mantener el nombre es incluso, otra decisión comercial mientras, a la luz pública, las horas de Wolff computan en otra escudería.

Tranquilo, los fieles seguiremos aquí. La bandera seguirá luciendo en el balcón y el champagne está en la nevera a la espera de una victoria... o quizá, un punto. A eso hemos llegado. Perdón por el golpe bajo pero no me negarás que ver la clasificación duele y mucho. Tanto como ver la firma de la pobre Claire debajo del comunicado que apruebe la vuelta de los coches cliente a la Fórmula 1. Eso por lo que tanto peleaste. Dirás que no quedaba otra. Y volverás a tener razón: quizá así Williams pueda seguir pero, en serio... ¿de verdad vas a seguir dándole tu nombre a un puñetero Tyrell repintado? Lo siento, Frank. Lo siento de verdad.

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