jueves, 12 de septiembre de 2013

Mi primer día en un circuito

Las primeras veces son inolvidables. También en el mundo del motor. La primera vez que vas a un circuito a disfrutar de una carrera, la primera vez que ves un Fórmula 1 en directo, la primera que lo ves (y lo sientes rozarte) en un 'pitlane' y para mí, desde un día como hoy, la primera vez que pilotas. La primera en la que el protagonista eres tú. De ahí, el falso titulo: no ha sido mi primer día en un circuito, pero sí el primero en el que he conducido (pilotar pilotan los profesionales) en el mismo.
 
La oportunidad, que agradezco públicamente a la gente de 'eOne Films' que además de apostar por el motor y traernos 'Rush' a España, ha querido invitar a este medio a un evento en el circuito del Jarama que se antojaba prometedor: conducción con turismos, GT y la joya de la corona: subirse a un Fórmula 3, de la misma empresa que suministró los F3 para el rodaje de la película, para tener un contacto más que serio con los 'fórmulas'. Un menú ambicioso para alguien que, como yo, jamás había enfilado un 'pitlane' al volante.

Mi intención era, sobre todo, no quedarme con la sensación de haber desaprovechado la oportunidad. Nunca se sabe si volverá a producirse una opción de ponerse al volante de estas bestias, así que había que disfrutar y probarse. Después de un breve 'briefing', nos echamos a la pista con un monitor y otros dos invitados. Nuestra primera toma de contacto sería con un Mercedes A180. Habré dedicado miles de horas de mi vida a ver carreras y he hecho muchos kilómetros en carretera, pero en cuanto el monitor enfiló la primera curva del circuito, algo me quedó claro: esto sí iba en serio.

El coche mostraba muchísimo agarre y el circuito, cosa que ya sabía, es una auténtica maravilla. Tras ceder el turno a mis dos compañeros pensando en cada pasada que diera como espectador mis conocimientos sobre la pista serían mejores, me llegó el turno. A pesar de poner la precaución necesaria,las ganas se hicieron presentes ya que las pocas curvas estaba mordiendo los pianos y buscando la trazada ideal. Había que limar centímetros, aunque los alcances a otros invitados y mis excesos de impulsividad que me hacían pasarme algún vértice frustraban ligeramente la experiencia. Se ve que todos no tenían las mismas ganas (o la misma inconsciencia) que yo.

Minutos más tarde, otra prueba antes de subir de cilindrada: un ágil Golf GTD... y otra primera vez, mi primer coche automático. Solventada ese levísimo inconveniente, la relajación y los consejos del monitor hicieron muy útil este relevo. Fijar conceptos para comenzar a ser capaz de fijar un ritmo y ser capaz de medir los límites. El penúltimo paso ya fue un vehículo de 325CV, un Porsche Cayman S, también automático. Esa bestia me hizo comprender que ya estaba al volante de un coche de carreras y que hasta ahora sólo había llevado un turismo lo más rápido que podía. Pisar el acelerador ya suponía un impulso en mi espalda y los frenos permitían ajustar un poco más la llegada a las curvas. Pero eso iba a ser una broma al lado de lo que vendría minutos más tarde.

Era la primera vez que veía un 'fórmula' biplaza. Siempre había pensado que poco se podría ver detrás del piloto. No es así, pero aunque lo fuera seria lo de menos. La explosión de sensaciones en cuanto sales del 'pitlane' es brutal. A pesar de que tenga menos caballos que el Porsche, un 'fórmula' al igual que un kart, te ofrece una impresión de velocidad inigualable. La visión es como la de una cámara 'on board' pero las sensaciones son las de una montaña rusa en la que los railes no están marcados. Y que no acelera o frena lentamente por inercia, sino bruscamente y por capricho humano. El espacio es reducido, prácticamente no hay dónde poner las manos y en cada curva tus piernas se apretan contra el 'cockpit' en cada curva. Quizá sea todo esto lo que aumente la sensación de estar en una montaña rusa.

Nada más volver al 'pitlane', me tocaría mi turno en solitario. Ya no habría ningún monitor al lado ni nadie aconsejándote cómo hacerlo. Era yo, la pista y el Fórmula 3. El mismo coche que más de una vez me había motivado para ir al Jarama a ver las carreras. Sorprendentemente, el coche era más cómodo que el biplaza. Tenemos tendencia a asociar a cualquier 'fórmula' a un Fórmula 1 actual y quizá la imagen del 'cockpit' en la gran parte de categorías suele recordar más a coches de finales de los ochenta: palanca de cambios a la derecha y un display útil pero sencillo. Justo esa fue mi sensación cuando, por fin, arranqué y enfile la primera curva.


¡Aquel coche sólo hacía que pedir más y más! La sensación de que puedes ir más rápido, sobre todo después de haber visto dónde está el límite yendo con un profesional, es grande. Se trata de un monoplaza muy físico y por primera vez, mis pies no respondían a las órdenes de mi cerebro. No era cuestión de terminar fuera de pista como el 'tonto del día' así que limité a disfrutar. Ir en un coche abierto a alta velocidad es una sensación que los mortales pocas veces podemos experimentar. El efecto túnel pasando al lado del muro de boxes no es un mito. En el único paso por la recta que pude hacer así me encargué de comprobarlo, pero lo más impresionante es el paso por curva. Y ahí es dónde piensas que hay mucho margen de mejora.

Como era previsible, en cada vuelta encuentras métodos de hacerlo mejor y las sensaciones mejoran hasta que te indican el camino al 'pitlane'. Me hubiera quedado horas en la pista si me hubieran dejado, pero por esta vez estuvo bien. Otra experiencia más para valorar el mérito que tienen los tipos que se suben a estas máquinas cada fin de semana y algo que recordaré toda mi vida. Curiosamente, la próxima vez que veré el Jarama será en una de las primeras escenas de la película que, indirectamente, me ha permitido correr por sus curvas.

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