martes, 17 de enero de 2012

Algo se muere en el alma (I)

Algo se muere en el alma (I)

Diecinueve temporadas más tarde, los semáforos se apagarán en la primera carrera del campeonato del mundo de Fórmula 1 sin reflejar su brillo en el casco de Rubens Barrichello, el piloto de eterna presencia en el Gran Circo con 323 carreras disputadas, más de un centenar de ellas terminando entre los cinco primeros.

El nombre Barrichello significa Fórmula 1: su nombre suena a nervios en Kyalami, lágrimas de alegría en un bosque alemán, rabia en Austria, pasión en una grada brasileña, noches de frio invierno en Brackley, litros de champagne, goma quemada de un coche de precio razonable y la sonrisa de dos niños con la ilusión de ver a su padre dando una vuelta más.

"Fui más feliz pilotando una mierda de coche que con Ferrari diciéndome lo que tenía que hacer,"decía Rubens después de firmar por Honda, el equipo que le terminó dando sus últimas tardes de gloria. Después de todo y aunque hayan pasado dos décadas desde que hizo otra cosa, quizá después de este último epílogo sí haya llegado la hora de que Rubens se haga a un lado.

Firmo debajo de un buen amigo que escribió hace poco que "no hay nada peor que marcharse sin poder despedirse" aunque estoy convencido de que Barrichello tendrá la despedida que merece y ojalá sea en un Interlagos repleto de banderas brasileñas en honor al rey que jamás reinó en su país. De todos modos, quizá para entonces Rubens piense que, como dijo el poeta, no hay que tratar de volver al lugar donde has sido feliz.


Muito obrigado Rubens!

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