miércoles, 23 de mayo de 2012

El límite


El rey de Mónaco lo tenía claro: "Si lo tienes todo bajo control, es que no vas al límite"Ayrton Senna, con seis victorias en siete años -que hubieran sido siete consecutivas de no ser por el despiste cuando lideraba con solvencia en 1988- ejemplifica el estilo de un piloto que quiera ganar en las calles del Principado: rápido, fuerte mentalmente, preciso y sobre todo, con la dosis de locura justa para rozar los muros cuando es necesario. Sainte Devote, Tabac, la chicane de la Piscina y Anthony Noghes no serán las curvas más rápidas del campeonato, pero sí son de las que mayor respeto imponen a los pilotos.
Ayrton Senna en Mónaco
 
Aparte del desafío que representan los guardarailes, Mónaco rezuma historia: desde la historia de su primer ganador en 1929, William Grover 'W Williams', un francés criado en Inglaterra cuyo mayor mérito no fue batir aquella tarde al imponente Mercedes de Caracciola con su Bugatti, sino combatir la amenaza nazi junto a la Resistencia Francesa en la Segunda Guerra Mundial; al recuerdo de las afortunadas victorias de los locales Jean Pierre Beltoise y Oliver Panis bajo el diluvio; pasando por la desgracia experiencia de Alberto Ascari al darse un baño inesperado en el Mediterráneo en 1955.

Olviden el glamour, los yates y las fiestas, el encanto de Mónaco está en los retos que esconden cada una de sus curvas y esquivar las tapas de alcantarilla en busca de rebajar una milésima más tu tiempo. Con más de veinte compañeros en pista, es imposible sentirse solo en Mónaco, pero el auténtico desafío reside en superar a un inanimado rival: el circuito. Este fin de semana los pilotos no se enfrentan a sus rivales de cada Gran Premio sino a las calles en las que crecieron sus mitos, aquellas en las que el Rey de Mónaco se sintió más cerca de Dios que del resto de los mortales.
Mónaco

En Indianápolis también se buscará el límite


Se da la circunstancia de que el Gran Premio de Mónaco coincide con una de las citas míticas del mundo del automovilismo: las 500 millas de Indianapolis. Atrás quedan los tiempos en los que la competición puntuaba para el campeonato de Fórmula 1, o aquellos más cercanos en los que Jim Clark y Graham Hill desafiaban con éxito a los americanos. ¿Se imaginan a los Hamilton o Alonso haciendo las américas para ganar en el Brickyard? Cruzo los dedos para que esa sea, como en el caso de Rubens Barrichello, una pelea futura para alguno de ellos. Sería otra forma de rozar ese ansiado límite. Tan distinta y tan igual de encantadora.

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