lunes, 19 de septiembre de 2011

Número siete, calle Melancolía

Franz Tost, una de las pocas personas que cuentan con la absoluta confianza del omnipotente Helmut Marko en la estructura de Red Bull, está cansado de ver pasar pilotos: Tonio Liuzzi, Scott Speed, Sebastian Vettel, Sébastien Bourdais, Sébastien Buemi y Jaime Alguersuari han pasado por sus manos, listas para acoger a nuevos cachorros como Daniel Ricciardo o Jean-Eric Vergne. Todos ellos, con mayor o menos éxito, han disfrutado de año y medio para poder adaptarse y demostrar que merecían un hueco en Fórmula 1.

Por ello no es de extrañar que Tost, uno de los más coherentes en el poco coherente paddock del Gran Circo, cifrara el tiempo de adaptación de Michael Schumacher a la nueva F1 en 18 meses. Su periodo fuera de las pistas de tres largos años hizo que su reacción a las novedades de la competición se asemejara más a la de tipos como Vitaly Petrov o Kamui Kobayashi que a la del segundo piloto con más grandes premios a la espalda. Eso hizo que Michael se encontrara ante una pared difícil de superar y en el que esas mismas ventanas en las que llevaba toda la vida agarrándose brillaban por su ausencia.

Las críticas, en muchos casos merecidas, no tardaron en llegar y cualquier razón era válida para atizar a la estrella caída. Haciendo gala de su innata capacidad para superarse, el Kaiser no se amilanó y se empeñó en demostrar al mundo que su retorno no fue un error. Los malos días siguieron apareciendo, las arrugas no dejaron de multiplicarse, pero un halo de luz comenzó a iluminar el camino y aquellos que no creían en él comenzaron a sorprenderse por la fe que mostraba alguien que, más de noventa victorias después, defendía su posición en lucha por un puesto en los puntos como si el título estuviera en juego.

Es imposible que pueda igualar el ritmo de los punteros, ha sembrado dudas sobre si su talento está a la altura de su impresionante hoja de servicios y no nos engañemos, quizá haya perdido el tranvía que lleva al triunfo pero, aunque siga enfilando el camino a la cuesta del olvido, no hay duda de que su tesón aún le guarda algún mediodía en el barrio de la alegría.

2 comentarios:

Hiarbas dijo...

Sip, la verdad es que fue bonito duelo Michel-Lewis. Ambos juegan con el mismo manual y ninguno de los dos se desespero en su empeño, por defender y atacar.

Ahora que, me parece que Tost se quedo corto en el tiempo.

J. Arce dijo...

Yo ni me atrevería a criticar la vuelta de Schumacher, pero sí los motivos y las formas. Creo que volvió por una cuestión de vanidad y ego creyendo que pondría a la nueva generación en su sitio. Olvidó que ya no tenía el mejor equipo a su servicio ni una marca de neumáticos centrada en él. Respecto a las formas si volvió para seguir haciendo su juego sucio se podría haber quedado en casa. En esta generación de pilotos no hay tanto pusílanime como en la anterior.