Desgraciadamente, esta es la parte más extensa del Análisis de la pasada temporada. Durante este largo año, hemos vivido la irrupción y caída de un mundial paralelo, la marcha de Max Mosley, la llegada a la presidencia de Jean Todt y hemos estado demasiadas veces pendientes de lo que pasaba en las cortes parisinas. Aquí están las claves políticas de 2009.
Las diferencias entre las decisiones del presidente Mosley y los estamentos deportivos de la Fórmula Uno no sorprenden a nadie, pero sin duda, jamás nos imaginaríamos que la competición iba a estar a punto de romperse en dos partes y sobre todo, que las noticias durante un Gran Premio iban a surgir del paddock y no de la pista.
Con el innecesario dinero invertido en el KERS y demás desesperantes ideas en el fondo de la cuestión, el tope presupuestario impuesto unilateralmente por la FIA para la próxima temporada fue la gota que colmó el vaso de los equipos, que habiendo ganado en fuerza desde su agrupación en la FOTA anunciaron en la previa de Silverstone que formarían su propio campeonato.
Inteligentemente alejado de la guerra durante las primeras disputas, Bernie Ecclestone ejerció de mediador y consiguió el acuerdo entre los equipos renegados y la Federación, firmando el Pacto de la Concordia hasta 2012, donde se recoge una necesaria reducción de gastos más progresiva de la inicial, además de otros detalles menores.
El más mayor de estos pequeños detalles fue la marcha de la cabeza pensante de la Federación, el eterno Max Mosley. Incombustible hasta el último momento, el británico dejó la dirección de la FIA tras varias décadas llenas de bastantes aciertos, aunque muchas más sombras. A buen seguro, pocos le echaron de menos en Abu Dhabi, primera carrera del nuevo presidente.
La marcha de Mosley nos dejó una larga carrera electoral, en la que el candidato presidencial Jean Todt tan sólo se encontró con la oposición del independiente Ari Vatanen, que se topó de bruces con la realidad: tenía el apoyo popular, pero los estamentos extradeportivos y los votantes seguían apostando por la continuidad.
Con Jean Todt como presidente, es de esperar que la FIA renueve sus planteamientos y sobre todo, se adapte a los nuevos tiempos. Según su programa electoral, las primeras decisiones en relación a la Fórmula Uno pasan por el nombramiento de un gerente que alivie al presidente de las laboras y la, como estamos a punto ver, necesaria profesionalización de los comisarios deportivos.
El concepto del 'doble difusor' comenzó a resonar en todos los hogares de la vieja Europa mientras el BGP001 batía los records en la pretemporada. Connotaciones técnicas aparte, la decisión técnica de Brawn GP, Toyota y Williams fue motivo de controversia desde principios de pretemporada, aunque no escandalizó a la opinión pública hasta que Brawn consiguió el doblete en Australia.
Los equipos rivales llevaron el visto bueno de los comisarios australianos hasta el Consejo Mundial de París, que reafirmó la decisión inicial, dejando vía libre a los tres 'arriesgados' y permitiendo, sobre todo, al exitoso a la primera 'Team Ross' seguir en parrilla. Y es que, una reconstrucción de la trasera del BGP001 hubiera totalmente sido inviable para Brawn GP.
Además del 'diffusergate' pronto tuvimos la primera escaramuza con los comisarios cuando Lewis Hamilton 'no contó' a los comisarios que había dejado pasar a Jarno Trulli bajo el periodo de Safety Car. Descubierto el engaño, el Consejo Mundial descalificó y exculpó de responsabilidades al piloto, el ingeniero Dave Ryan fue apartado del equipo, que quedó apercibido de sanción... y Ron Dennis sospechosamente se echó a un lado.
Lo cierto es que este nuevo y repentino cambio de estatus de los equipos (Brawn GP en cabeza y los Ferrari, McLaren y compañía fuera de los puntos) fue señalado por mucha gente como la razón de que la Fórmula Uno comenzara a perder el afecto de parte de los aficionados, aunque parece claro que los escándalos fuera de la pista han dañado mucho más que los resultados deportivos.
Poco después de ser excluido de una carrera para después quedar perdonado por el asunto de la rueda voladora en Hungaroring, el equipo Renault sufrió el destape de uno de los escándalos más bochornosos y surrealistas de la historia de la competición: el conocido como 'crashgate' o lo que es lo mismo, el accidente a propósito de Nelsinho Piquet en Singapur 2008.
Aunque haya gran parte de los aficionados seamos capaces de entenderlo, la conspiración se demostró verdadera. Reunido el Consejo Mundial, la normativa impedía la modificación de los resultados, así que -seguro que les suena el guión- se exculpó de responsabilidades al piloto infractor, el ingeniero Pat Symonds fue apartado por cinco años, Renault quedó apercibido de sanción... y Flavio Briatore fue expulsado de por vida.
Y es que a pesar de los esfuerzos de Bernie Ecclestone, 2009 fue un auténtico fracaso para la imagen de la Fórmula Uno. La expansión a nuevos países es un acierto, pero se ha perdido de vista lo fundamental: el bochorno de la media carrera en Sepang o la polémica del Gran Premio británico son dos buenos ejemplos. Dicho esto, ¿hace falta repetir el pésimo uso de Internet o la triste realización de las carreras que hace la FOM?
Pero sin duda, otro de los aspectos preocupantes de la temporada fue la marcha de tres constructores del Gran Circo. Honda, BMW y Toyota se hicieron a un lado de manera repentina y tan sólo la implicación de Mercedes ha sido una buena noticia para la salud de la competición en este sentido.
Y por si fuera poco una Fórmula Uno muy afectada por escándalos y por la situación económica mundial, en la que los gigantes del automovilismo y gran parte patrocinadores marchan en desbanda, hace unas semanas, el sello Bridgestone dejó la competición sin suministrador de neumáticos para la temporada 2011. ¡Menudo panorama!
Pero terminemos con buen pie, ya que la reducción de costes permitirá que varios equipos nuevos, elegidos no sin polémica por la FIA, den lustre a la parte trasera de la parrilla. Dicha contención de gastos, traerá a Cosworth como suministrador de los motores económicos, una de las últimas medidas del antiguo presidente.
Las diferencias entre las decisiones del presidente Mosley y los estamentos deportivos de la Fórmula Uno no sorprenden a nadie, pero sin duda, jamás nos imaginaríamos que la competición iba a estar a punto de romperse en dos partes y sobre todo, que las noticias durante un Gran Premio iban a surgir del paddock y no de la pista.
Con el innecesario dinero invertido en el KERS y demás desesperantes ideas en el fondo de la cuestión, el tope presupuestario impuesto unilateralmente por la FIA para la próxima temporada fue la gota que colmó el vaso de los equipos, que habiendo ganado en fuerza desde su agrupación en la FOTA anunciaron en la previa de Silverstone que formarían su propio campeonato.
Inteligentemente alejado de la guerra durante las primeras disputas, Bernie Ecclestone ejerció de mediador y consiguió el acuerdo entre los equipos renegados y la Federación, firmando el Pacto de la Concordia hasta 2012, donde se recoge una necesaria reducción de gastos más progresiva de la inicial, además de otros detalles menores.
El más mayor de estos pequeños detalles fue la marcha de la cabeza pensante de la Federación, el eterno Max Mosley. Incombustible hasta el último momento, el británico dejó la dirección de la FIA tras varias décadas llenas de bastantes aciertos, aunque muchas más sombras. A buen seguro, pocos le echaron de menos en Abu Dhabi, primera carrera del nuevo presidente.
La marcha de Mosley nos dejó una larga carrera electoral, en la que el candidato presidencial Jean Todt tan sólo se encontró con la oposición del independiente Ari Vatanen, que se topó de bruces con la realidad: tenía el apoyo popular, pero los estamentos extradeportivos y los votantes seguían apostando por la continuidad.
Con Jean Todt como presidente, es de esperar que la FIA renueve sus planteamientos y sobre todo, se adapte a los nuevos tiempos. Según su programa electoral, las primeras decisiones en relación a la Fórmula Uno pasan por el nombramiento de un gerente que alivie al presidente de las laboras y la, como estamos a punto ver, necesaria profesionalización de los comisarios deportivos.
El concepto del 'doble difusor' comenzó a resonar en todos los hogares de la vieja Europa mientras el BGP001 batía los records en la pretemporada. Connotaciones técnicas aparte, la decisión técnica de Brawn GP, Toyota y Williams fue motivo de controversia desde principios de pretemporada, aunque no escandalizó a la opinión pública hasta que Brawn consiguió el doblete en Australia.
Los equipos rivales llevaron el visto bueno de los comisarios australianos hasta el Consejo Mundial de París, que reafirmó la decisión inicial, dejando vía libre a los tres 'arriesgados' y permitiendo, sobre todo, al exitoso a la primera 'Team Ross' seguir en parrilla. Y es que, una reconstrucción de la trasera del BGP001 hubiera totalmente sido inviable para Brawn GP.
Además del 'diffusergate' pronto tuvimos la primera escaramuza con los comisarios cuando Lewis Hamilton 'no contó' a los comisarios que había dejado pasar a Jarno Trulli bajo el periodo de Safety Car. Descubierto el engaño, el Consejo Mundial descalificó y exculpó de responsabilidades al piloto, el ingeniero Dave Ryan fue apartado del equipo, que quedó apercibido de sanción... y Ron Dennis sospechosamente se echó a un lado.
Lo cierto es que este nuevo y repentino cambio de estatus de los equipos (Brawn GP en cabeza y los Ferrari, McLaren y compañía fuera de los puntos) fue señalado por mucha gente como la razón de que la Fórmula Uno comenzara a perder el afecto de parte de los aficionados, aunque parece claro que los escándalos fuera de la pista han dañado mucho más que los resultados deportivos.
Poco después de ser excluido de una carrera para después quedar perdonado por el asunto de la rueda voladora en Hungaroring, el equipo Renault sufrió el destape de uno de los escándalos más bochornosos y surrealistas de la historia de la competición: el conocido como 'crashgate' o lo que es lo mismo, el accidente a propósito de Nelsinho Piquet en Singapur 2008.
Aunque haya gran parte de los aficionados seamos capaces de entenderlo, la conspiración se demostró verdadera. Reunido el Consejo Mundial, la normativa impedía la modificación de los resultados, así que -seguro que les suena el guión- se exculpó de responsabilidades al piloto infractor, el ingeniero Pat Symonds fue apartado por cinco años, Renault quedó apercibido de sanción... y Flavio Briatore fue expulsado de por vida.
Y es que a pesar de los esfuerzos de Bernie Ecclestone, 2009 fue un auténtico fracaso para la imagen de la Fórmula Uno. La expansión a nuevos países es un acierto, pero se ha perdido de vista lo fundamental: el bochorno de la media carrera en Sepang o la polémica del Gran Premio británico son dos buenos ejemplos. Dicho esto, ¿hace falta repetir el pésimo uso de Internet o la triste realización de las carreras que hace la FOM?
Pero sin duda, otro de los aspectos preocupantes de la temporada fue la marcha de tres constructores del Gran Circo. Honda, BMW y Toyota se hicieron a un lado de manera repentina y tan sólo la implicación de Mercedes ha sido una buena noticia para la salud de la competición en este sentido.
Y por si fuera poco una Fórmula Uno muy afectada por escándalos y por la situación económica mundial, en la que los gigantes del automovilismo y gran parte patrocinadores marchan en desbanda, hace unas semanas, el sello Bridgestone dejó la competición sin suministrador de neumáticos para la temporada 2011. ¡Menudo panorama!
Pero terminemos con buen pie, ya que la reducción de costes permitirá que varios equipos nuevos, elegidos no sin polémica por la FIA, den lustre a la parte trasera de la parrilla. Dicha contención de gastos, traerá a Cosworth como suministrador de los motores económicos, una de las últimas medidas del antiguo presidente.
2 comentarios:
Básicamente Mosley se dedicó a quitarse a sus enemigos de en medio ya fuera por una cosa o por otra.
Lo de la sucesión de Mosley estaba claro, una opción continuista tenía todas las opciones de ganar y eso pasó. A ver si ahora los comisarios aparte de profesionales son imparciales (que de siempre ha habido vacas sagradas en F1)
Lo del crashgate, creo que soy de los pocos que vio que el trompo de la vuelta de calentamiento y me pareció muy distinto al que causó el accidente. No es lo mismo hacer trompear el coche que hacerte una pasada de frenada momumental.
También ha quedado claro que lo que mueve internamente la F1 es el dinero y me da que a la FIA le va a importar más bien poco lo que pensemos los aficionados siempre que puedan sacar dinero.
Lo del suministrador de motores, no tengo muy claro si será único o cada equipo podrá hacer el suyo. Si es así, los motores más eficientes en consumo tendrán ventaja en los primeros compases de la carrera ya que los coches podrán ir más descargados de gasolina.
Y en cuanto a los neumáticos a ver cómo se las apañan, yo digo que cada equipo podría buscarse un suministrador siempre que los neumáticos cumplan ciertos requisitos. Así cada equipo calzaría las gomas que mejor le vinieran y los fabricantes volverían a tener competencia entre ellos.
pásate x mi blog q tienes premio!!!
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