Tres nombres: Nelson Piquet Jr, Flavio Briatore y Pat Symonds fueron los principales protagonistas del mayor escándalo de la década, el accidente a propósito del brasileño para favorecer las opciones de su compañero Fernando Alonso en el Gran Premio de Singapur 2008. Aunque el conocido como Crashgate da para una apasionante novela, el resumen más simple habla del acto más bochornoso que hemos vivido en años de Fórmula Uno, pero tan bien contado que nadie creyó la historia que un periodista tan grande como Jonathan Noble fue capaz de ir desentrañando basándose en las confesiones de Mister X, el personaje anónimo que levantó las alfombras desde dentro de la propia escudería Renault.
El 'crashgate' es una de esas historias de tal magnitud que jamás conoceremos toda la verdad. Lo único cierto es que dañó la imagen del deporte en uno de los momentos dejándola en niveles paupérrimos. Los sponsors abandonaron al equipo, Nelsinho jamás volverá a pilotar un Fórmula Uno, la imagen de Flavio Briatore quedará manchada para siempre y Pat Symonds invierte su tiempo en juntar palabras en una redacción en lugar de hacer cálculos estratégicos. Al menos, Renault libró la sanción y parece haber olvidado el asunto, tan sólo un año más tarde, con la entrada de Genii Capital y Eric Boullier en la dirección.
"Ese accidente no está bien, ha pasado porque tú querías que pasara."
Felipe Massa, tras la carrera a Flavio Briatore.
Menos elaborado fue el modus operandi del segundo escándalo de la década, la trama de espionaje entre McLaren y Ferrari en 2007. No nos engañemos, pero la señora Coughlan y el empleado de la imprenta que destapó el suceso cuando se encontró con planos confidenciales directos desde la fábrica de Maranello no serían dignos ni de la peor película de la saga Bond. Sin embargo, las consecuencias no tuvieron nada de gracioso para McLaren (100 millones de dólares y la exclusión del campeonato de constructores) y mucho menos para Nigel Stepney, el polizón de Ferrari, sentenciado a veinte meses de prisión en Italia, aunque es poco probable que termine con sus huesos en la carcel.
Menos valorada ha sido la bochornosa actuación de Michael Schumacher en la calificación del Gran Premio de Mónaco 2006 cuando paró su monoplaza en medio de la pista para asegurarse la pole position, la publicación del no menos bochornoso vídeo de Max Mosley en el que mostraba sus aficiones sadomasoquístas con unas señoritas vestidas con uniformes de las SS o la conocida orden de equipo de Ferrari a Rubens Barrichello en el Gran Premio de Austria 2002.
3 comentarios:
Historias que hay que recordar para que no se repitan.
Lamentable. Nunca mas, por favor.
Lo de Renault fue muy, muy fuerte. A la historia del espionaje le salva lo cutre que fue el momento fotocopiadora. Lo de Schumi es otra mas para la saca, por eso no nos ha sorprendido ¿ha obtenido votos?
Y lo de las ordenes de equipo, no puedo opinar ya que estoy a favor.
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