
Perdonen que no me extienda en el análisis de la resolución del 'crashgate'. Es mi modo de tratar de enterrarlo y pensar en otra cosa. El embrollo se ha cerrado con Briatore fuera del paddock de la Fórmula Uno, un aviso de 'os estaremos vigilando' a Renault y con Nelsinho Piquet marchándose de París sin reprimenda alguna. De un tiempo a esta parte, cada vez me sorprenden menos las decisiones de la Federación, quizá porque la mayoría de ellas se ciñen al mismo guión, extraño pero conocido por todos. Solo les dejo una reflexión sobre la inmunidad del amigo Piquet... ¿es legal ser asesino a sueldo?
Plaza de la Concordia aparte, hace poco más de una semana (alguna hora menos en el diferido laSexta) que Nico Hulkenberg se hizo con el campeonato de GP2, que ha confirmado arrasando este fin de semana en Portimao (noticia para los que siguieran la categoría con Lobato y compañía). Aunque indudablemente facilitada por el ascenso a Fórmula Uno por Grosjean, la victoria y la temporada de Hulkenberg ha sido soberbia.
Tal y como hicieron Hamilton y Rosberg, Hulkenberg en sólo un año ha pasado de ser una mera reseña en la esquina de cualquier revista especializada a ocupar artículos completos señalándose como uno de los nuevos grandes del paddock. Difícil será separar el nombre del joven y todavía probador de Williams del de su tocayo y compañero de equipo. Muy equivocadas tendrían que estar todas las informaciones para que Hulkenberg no ocupe la plaza vacante que Rosberg dejara en la escudería de Grove.
Aparte del sorprendente parecido sonoro de sus nombres, los Nico, junto a Sebastian Vettel, Adrian Sutil y alguno más que llegará, pertenecen a la misma generación de pilotos: los post-Schumi, ese grupo de pilotos alemanes que ante la pregunta de si han tenido un ídolo señalarán Kerpen como el lugar de nacimiento del suyo.
Viendo la victoria de Soucek en la Fórmula 2 y las remotas aunque factibles opciones de que Andy encuentre su lugar en la parrilla, solo deseo que el gran bien que Fernando Alonso ha hecho al automovilismo español acabe con una buena base de pilotos en todas las disciplinas de las cuatro ruedas como la que ha conseguido Alemania en la última década.
Sin duda, Jaime es la avanzadilla y hace tiempo que bautizamos a Pedro como 'el Heidfeld patrio', así que yo no tengo de que pronto la parrilla estará llena de apellidos como el tuyo o el mío. Acomodémonos y preparémonos para empezar a disfrutar con nuestros Rosbergs, Vettels y Hulkenbergs...
Plaza de la Concordia aparte, hace poco más de una semana (alguna hora menos en el diferido laSexta) que Nico Hulkenberg se hizo con el campeonato de GP2, que ha confirmado arrasando este fin de semana en Portimao (noticia para los que siguieran la categoría con Lobato y compañía). Aunque indudablemente facilitada por el ascenso a Fórmula Uno por Grosjean, la victoria y la temporada de Hulkenberg ha sido soberbia.
Tal y como hicieron Hamilton y Rosberg, Hulkenberg en sólo un año ha pasado de ser una mera reseña en la esquina de cualquier revista especializada a ocupar artículos completos señalándose como uno de los nuevos grandes del paddock. Difícil será separar el nombre del joven y todavía probador de Williams del de su tocayo y compañero de equipo. Muy equivocadas tendrían que estar todas las informaciones para que Hulkenberg no ocupe la plaza vacante que Rosberg dejara en la escudería de Grove.
Aparte del sorprendente parecido sonoro de sus nombres, los Nico, junto a Sebastian Vettel, Adrian Sutil y alguno más que llegará, pertenecen a la misma generación de pilotos: los post-Schumi, ese grupo de pilotos alemanes que ante la pregunta de si han tenido un ídolo señalarán Kerpen como el lugar de nacimiento del suyo.

Sin duda, Jaime es la avanzadilla y hace tiempo que bautizamos a Pedro como 'el Heidfeld patrio', así que yo no tengo de que pronto la parrilla estará llena de apellidos como el tuyo o el mío. Acomodémonos y preparémonos para empezar a disfrutar con nuestros Rosbergs, Vettels y Hulkenbergs...