Hace trece años, Jenson Button no era más que uno más en un grupo de pilotos jóvenes británicos dispuestos a prender fuego a la Fórmula 1. Nombres anónimos como el de Marc Hynes, que vencería a Button en la British de 1999, y otros más conocidos como Gary Paffett, Adam Carroll o Anthony Davidson también aguardaban su oportunidad de convertirse en la esperanza de un país necesitado de nombres que hicieran justicia a su imagen de cuna del automovilismo. Todos eran buenos pilotos, pero jamás tendrían la oportunidad de destacar en el Gran Circo como lo ha hecho Jenson.
La carrera del inglés ha sido un eterno camino de obstáculos comenzando por su mediático debut con Williams, pasando por una difícil etapa en Renault y sobre todo, en sus años en Brackley. Tras ser apartado de la corte Briatore, Button se enroló en el decadente proyecto de BAR-Honda donde logró la primera pole de su carrera y sus primeros podios en 2004, momento en el que Button rompió la disciplina para firmar un contrato con Williams. El posterior coitus interruptus con la escudería de Grove le costó muchos millones de dólares a BAR, que pronto dejaría su equipo únicamente en manos del fabricante japonés olvidando el millonario incidente.
Aunque la situación de Williams no tardó en dar la razón a Button, Honda no marchaba mejor. Ganar en Hungría 2006 fue un simple espejismo para un equipo en el que Barrichello y Button apenas podían soñar con terminar en la zona de puntos... hasta que la cúpula de la marca en Japón decidió cerrar el grifo. La decisión estuvo a punto de llevarse por delante un proyecto ganador, pero en aquel invierno y con pie y medio fuera de la Fórmula 1, se produjo el gran punto de inflexión en la carrera de Jenson Button. Decidió confiar en Ross Brawn y esa fe hizo que el título de 2009 con el imbatible BGP001 en sus manos fuera a parar a sus vitrinas. Culminar su sueño de plata fichando por McLaren no sería más que la confirmación de que Jenson había llegado a la cúspide con la intención de quedarse.
Dos años más tarde, pocos dudan de él. Los equipos rivales le ven apetecible para su dupla de pilotos, ha sabido dar la vuelta al ambiente en el seno de McLaren, los aficionados le guardan un cariño especial y su sonrisa abre las páginas de deportes de los periódicos, gane o pierda. Nada de malas caras, lamentaciones, mala suerte o conspiraciones, Button es feliz. Ha sobrepasado la treintena y saltado demasiados obstáculos como para no sentirse un afortunado por simplemente poder batallar con los mejores cada quince días. Muchos, que apenas pueden admirarle desde la grada, se quedaron en el camino.
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