Lo han vuelto a hacer. Por enésima vez, la FIA ha reescrito el reglamento a apenas unas horas del inicio de los entrenamientos libres del Gran Premio de Gran Bretaña. Los canteros de la Plaza de la Concordia han modificado la prohibición del soplado del difusor que debía entrar en práctica en este Gran Premio para permitir a los motores Renault explotar el sistema en mayor medida que sus competidores para poder mantener la fiabilidad de sus propulsores. Como bien cuenta David Plaza, los franceses se han jugado un órdago: o seguimos soplando y habrá seis motores rotos a las primeras de cambio.
Con un precedente claro -aunque realmente extremo- como el de Indianapolis 2005, cuando el error de un suministrador (Michelin) imposibilitó a los equipos siquiera comenzar la carrera, en Fórmula 1 siempre ha habido equipos con fallos de fiabilidad extrema, pero si se habla de motores, los perjudicados ya tienen algo a que atenerse. A raíz de la congelación de los propulsores, la FIA hizo una excepción: se podrán modificar los motores en aras de la fiabilidad. Una interpretación estricta de dicha norma ha penalizado a Renault en los últimos años y ésta no es la primera vez que un motorista se acoge a la norma para quitarse un problema de en medio. Hay que recordar lo que ocurrió el año pasado con Ferrari, que dificilmente podría haber luchado por el campeonato si la FIA no hubiera permitido un cambio en sus motores a principios de año.
El problema es el de siempre: un cambio profundo de normativa a mitad de año no es aceptable, esté como esté el campeonato y aunque se deduzca que con ese giro se va a igualar el campeonato haciendo que crezca el espectáculo. Jugar a ser Dios no es fácil en un mundo tan complejo y la FIA debería haberse dado cuenta de ello hace años. El cambio de normas de año a año es complicado de entender para los aficionados y quizá injusto para aquellos que dieron con la clave con el paquete de normas establecido, pero es loable y tiene una ventaja clara: deja margen a los equipos. Si Renault llegara a los tests de pretemporada y sus coches sólo fueran capaces de regar la pista de aceite, no habría reclamación alguna. Quedarían semanas para el inicio de la temporada y estaría en su debe solucionar dichos problemas.
De eso, sólo se enterarían los apasionados de las cuatro ruedas (si no, pregunten a cualquiera de sus amigos si recuerdan lo ocurrido con el KERS de Williams en esta pretemporada) y santas pascuas. Sin embargo y con el campeonato en juego, el escándalo está servido y ambas facciones tienen razones para quejarse amargamente por un caso que no hace más que volver a manchar la imagen de la Fórmula 1. Una imagen que no está para tirar cohetes y que hace que muchos aficionados, de esos llamados a llenar circuitos como Silverstone en un viernes lluvioso, no tengan ni la más mínima intención de interesarse por un deporte que hace tiempo que dejó de ser ejemplo de nada.
viernes, 8 de julio de 2011
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3 comentarios:
Tristísimo...
Ya sabes que estoy absolutamente de acuerdo.
Es muy triste. Le quita prestigio al campeon y desvirtua el campeonato. Deberiamos montar nuestro 15 M en la F1, sin coñas.
¿hasta donde aguantaremos? Tengo miedo de que me canse de dejarme engañar.
Hablando de eso, creo que la supresión final de Bahrein fue algo agridulce. Por un lado se hacía lo correcto pero por el otro, hubiera sido una buena oportunidad para un cambio de inflexión: prensa, aficionados y algún equipo boicoteando el GP, que sin duda, hubiera sido un desastre.
En fin, aquello se fue a la porra, pero esto sigue siendo un cachondeo.
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